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La iglesia de Sant Joan, declarada Patrimonio de la Humanidad, es la que conserva más elementos arquitectónicos del primer momento constructivo que se produce en el valle en el s. XI. Destaca el conjunto de pinturas murales que se encontraron en el exterior e interior de las naves, con escenas como la lapidación de Sant Esteve, los juglares y el bestiario, actualmente, reproducidas en el interior de la iglesia.
En la parte baja del pueblo encontramos la iglesia de Sant Climent, consagrada un día después de la de Santa María por el obispo de Roda. Siendo del mismo estilo, y siguiendo también la línea arquitectónica del valle, es la construcción más emblemática del románico catalán. Es un ejemplo románico-lombardo del siglo XII, con arcos lombardos en sus tres ábsides y ventanas de dos y tres arcos. La imponente torre de planta cuadrada es de seis pisos de ventanales separados por frisos de diente de sierra.
De aquí procede un importante conjunto de pinturas murales, de las cuales la más destacable es la escena del ábside central (el original del cual está en el MNAC), consistiendo en un Pantocrator, auténtica joya de arte. Cabe mencionar las pinturas originales que hay en el interior de la iglesia de las cuales destaca la de Caín matando a Abel.